Una oración en honor a las madres fallecidas


Muchos países del mundo celebran el segundo domingo de mayo el día de la madre; sin embargo, son muchos quienes ya no la tienen a su lado, pues ya partieron a la Casa del Padre. Para ellas, las mamás que se encuentran en el cielo gozando de la Gloria de Dios, les compartimos la siguiente oración:

Continuamente te rezamos, Señor, por nuestra madre.
La recordamos con paz y con amor ante Ti,
seguros de que ella vive,
como estamos seguros de que vives Tú
y de que tu amor dura para siempre.
La recordamos cuando estaba entre nosotros...
A veces, nos parece sentir el calor y el sosiego
de su presencia protectora
como cuando vivía aquí,
mucho más para nosotros que para sí misma.
Dale, Señor, tu amor, dale tu vida. Dale tu paz.
Tenla muy cerca de Ti.
Sea feliz y ruegue ante Ti por nosotros.
Ayúdanos a vivir lo que ella nos enseño,
más con amor que con palabras.
A rezarte como ella, a quererte como ella,
a hacer de Ti y de los demás, igual que ella,
el sentido de nuestra vida.
Y si por descuido o por debilidad en algo te faltó,
perdónala, Tú que sabes lo que es ser Padre y Madre
y conoces como nadie el amor y el perdón
sin medida ni límites...
Perdónale sus faltas por lo mucho que amó a todos.
Gracias, Señor, por esta oración que nos llena de paz
en el recuerdo de nuestra madre.
Amén.

Oración a San José


 Salve, custodio del Redentor

y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.

Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal.

Amén".

por el papa Francisco.

¿Para qué velar a nuestros difuntos?

 

Mónica Muñoz 

Las costumbres que se desarrollan de acuerdo con la cultura ayudan a entender el misterio de la muerte; y velar los difuntos es una manera de honrar su vida

Un acontecimiento impactante para todo ser humano es la muerte de un ser querido, inevitable, es verdad, pero que cuesta aceptar por el dolor que causa la pérdida. Por eso, la costumbre de velar a nuestros difuntos ha perdurado a lo largo de los años.

Velar para asegurarse de la muerte

Se cree que en la Edad Media el uso de utensilios de cocina hechos de estaño podía producir un envenenamiento de los alimentos que derivaba en catalepsia, por lo que sucedía con cierta frecuencia que enterraban vivas a las personas. Por eso comenzó la costumbre de acostar al difunto sobre la mesa y esperar tres días para comprobar la muerte.

"El Ordo exequiarum o Ritual de los funerales de la liturgia romana propone tres tipos de celebración de las exequias, correspondientes a tres lugares de su desarrollo (la casa, la iglesia, el cementerio), y según la importancia que les presten la familia, las costumbres locales, la cultura y la piedad popular".

Hacemos hincapié a la última parte: costumbres locales, cultura y piedad popular. En países de América Latina es común velar al difunto desde que llega a su casa o funeraria y toda la noche, para que al día siguiente se le lleve a la Misa de cuerpo presente y pueda ser sepultado.

En algunas ocasiones, la familia decide esperar hasta dos noches cuando tiene familiares en lugares lejanos, dando oportunidad a que lleguen para despedirse de su ser querido,

Sin embargo, lo fundamental tiene que ver con el amor y el respeto que se le debe al cadáver, simplemente porque fue una persona, y en el caso de los bautizados, templo del Espíritu Santo.

Por eso, el signo de "velar" el cuerpo es un indicio de respeto y veneración por un hijo de Dios, además de la oportunidad para despedirse de él y honrar su vida, dando gracias al Señor por el tiempo que permaneció con nosotros.

El último adiós

Ante el dolor de la separación definitiva, después de la velación la Iglesia acompaña a los dolientes y da palabras de aliento durante el santo Sacrificio de la Misa, con la fe puesta en la resurrección y la vida eterna que nos espera cuando Jesús vuelva triunfante en su segunda venida.

"Así celebrada la Eucaristía, la comunidad de fieles, especialmente la familia del difunto, aprende a vivir en comunión con quien "se durmió en el Señor" , comulgando con el Cuerpo de Cristo, de quien es miembro vivo, y orando luego por él y con él".

Y da con la familia el último adiós:

"El adiós ('a Dios') al difunto es 'su recomendación a Dios' por la Iglesia. Es el 'último adiós [...] por el que la comunidad cristiana despide a uno de sus miembros antes que su cuerpo sea llevado a su sepulcro' (cf. Ritual de exequias, Prenotandos, 10). La tradición bizantina lo expresa con el beso de adiós al difunto:

Con este saludo final 'se canta por su partida de esta vida y por su separación, pero también porque existe una comunión y una reunión. En efecto, una vez muertos no estamos en absoluto separados unos de otros, pues todos recorremos el mismo camino y nos volveremos a encontrar en un mismo lugar. No nos separaremos jamás, porque vivimos para Cristo y ahora estamos unidos a Cristo, yendo hacia Él [...] estaremos todos juntos en Cristo' (San Simeón de Tesalónica, De ordine sepulturae, 367)".

Adorador


SEÑOR YO QUIERO SER
UN VERDADERO ADORADOR
EN ESPÍ - RITU Y EN VER-DAD
YO TE QUIERO ADORAR (2 veces todo el verso).

Dame un corazón sencillo
Dame un corazón sencillo
Dame un corazón sencillo Señor
para entrar en Tu presencia.

Quiero ser agradecido
quiero ser agradecido
quiero ser agradecido Señor
para entrar en Tu presencia

Quiero entregarlo todo
quiero entregarlo todo
yo quiero entregarlo todo Señor
para entrar en Tu presencia.


Guía de oración para visitar las 7 iglesias esta Semana Santa 2025

 

 Por Redacción Central

De la noche del Jueves Santo hasta el Viernes Santo en la mañana es devoción bíblica y católica visitar siete iglesias, una tradición iniciada en Roma por San Felipe Neri y que se ha propagado por el mundo entero.

La visita a las 7 iglesias tiene como fin agradecer a Jesucristo por los dones de la Eucaristía y del sacerdocio que instituyó aquella noche santa.

También se acompaña al Señor en la soledad y sufrimientos en el Huerto de Getsemaní, se recuerda las afrentas que recibió en las casas de Anás, Caifás, Herodes, Pilato, en el Calvario y se le acompaña en el silencio del sepulcro.

Según la tradición, cada iglesia, después de la Misa de la Cena del Señor, guarda el Santísimo Sacramento en el tabernáculo y erige un monumento en señal de acción de gracias a Jesús por su sagrada Pasión con la que redimió con amor al mundo.

Los fieles que visitan los monumentos están invitados a hacer también una oración de reparación por el abandono con que frecuentemente se le deja en el Sagrario y la poca frecuencia a la Santa Misa y Comunión.

Hoy en oración



hoy en oración
quiero preguntar señor
quiero escuchar tu voz
tus palabras con amor
ser como eres tú
servidor de los demás
dime cómo y en qué lugar
te hago falta más

DIME SEÑOR EN QUE TE PUEDO SERVIR
DÉJAME CONOCER TU VOLUNTAD
DIME SEÑOR, EN TI YO QUIERO VIVIR
QUIERO DE TI APRENDER SABER AMAR

Hoy quiero seguir tus caminos junto al mar
Tus palabras, tu verdad, ser imagen de ti
Ser como eres Tú
Servidor de los demás
Dime cómo y en qué lugar
Te hago falta más

Dime Señor en que te puedo servir
Déjame conocer tu voluntad
Dime Señor, en ti yo quiero vivir
Quiero de ti aprender saber amar
Quiero de ti aprender saber amar

Todos juntos vamos


TODOS JUNTOS VAMOS
CANTANDO AL SEÑOR,
Y A SU ALTAR LLEGAMOS
CON CANTOS DE AMOR,
TODOS JUNTOS VAMOS
CANTANDO AL SEÑOR.


Todas nuestras penas quedan lejos
Y nosotros junto al Señor
Por eso cantamos gozos nuevos
Que ofrecemos a nuestro Dios.

Como van los ríos presurosos
Todos a juntarse en el mar,
Así los cristianos correremos
Todos juntos ante el altar.

Oración al Médico Divino

  


Médico divino, que en tu vida terrena has tenido predilección por los que sufren, y has confiado a tus discipulos el ministerio de la curación, hazno siempre prontos a aliviar las penas de nuestros hermanos. Haz que cada uno de nosotros conscientes de la grande misión que le ha sido confiada se esfuerce siempre por ser, en el servicio cotidiano, un instrumento de tua mor misericordioso. Ilumina nuestras mentes, guía nuestros manos, danos corazones atentos y compasivos. Haz que cada paciente sepamos descubrir los rasgos de tu Divino rostro.

 Tu que eres la Vida, concédemos que sepamos imitarte cada día como médicos no sólo del cuerpo sino de las persona entera, ayudando a quien está enfermo a recorrer con fe el propio camino terreno, hasta el momento del encuentro contigo.

 Tu que eres la Verdad, concedenos sabiduría y ciencia, para penetrar en el misterio del hombre y de su destino trascendete, mientras nos acercamos a él para descubrir la causa de la enfermedad y para encontrar los remedios adecuados.

 Tu que eres la Vida, concédenos el anunciar y testimoniar en nuestra profesión el Evangelio de la Vida, comprometiéndonos a defenderla siempre, desde la concepción hasta su término natural, y a respetar la dignidad de cada uno de los seres humanos, especialmnete de aquellos más débildes y necesitados.

 Concédenos, Señor, el ser buenos Samaritanos, prontos a acoger, a cuidar y consolar a cuantos encontramos en nuestro trabajo. Teniendo como ejemplo a los santos médicos que nos han precedido, ayúdanos a ofrecer nuestro generoso aporte para renovar constantemente las estructuras de la sanidad.

 Bendice nuestro estudio y nuestra profesión, ilumina nuestra investigacióny nuestras enseñanzas. Concédenos que habiéndo amado y servido constantemente a Ti en los hermanos que sufren, al final de nuestro peregrinar terrenos podamos cotemplar tu rostro glorioso y experimentar el gozo del encuentro contigo en tu Reino de alegría y de paz infinitas. Amen.